La belleza es la cualidad que consigue que el que escucha se olvide si mismo.
Brad Mehldau
Nace el 23 de agosto de 1970 en Jacksonville (Florida). Personaje reflexivo e introvertido, se reconoce un apasionado por la literatura y filosofía, citando frecuentemente a Rainer Maria Rilke y Theodor W. Adorno como dos de sus autores favoritos. Hijo de un médico y una ama de casa, Brad reconoce haber sentido interés a una edad muy temprana por el piano que en la casa existía, tocando de forma autodidacta temas que le gustaban y ejercitándose con libros de música. A la edad de diez años un profesor de piano le introdujo en la música denominada por algunos “culta”.
Tras un escaso período de formación clásica, Brad Mehldau recuerda que el primer disco que escuchó fue un dúo entre Oscar Peterson y Joe Pass, de la casa Pablo, un regalo de un amigo de su padre cuando tenía once años. Lo que le atrajo del jazz a esa edad temprana y le sigue atrayendo es que el jazz hace de la improvisación su punto central; y realmente era lo que le gustaba por aquella época, más que estudiar a los clásicos: sentarse e improvisar al piano.
Algunos años más tarde, y ya fascinado por el jazz, abandona definitivamente la formación clásica y estudia música en la New School for Social Research de Nueva York, teniendo como profesores a dos de los mejores pianistas del momento, Fred Hersch y Kenny Werner.
Sus referentes
Brad Mehldau declara que en sus inicios no le gustaba tocar a Bach, y si en cambio ciertas piezas de Chopin y Brahms. Sin embargo, y tras un periodo en el que el estudio del jazz le absorbió por completo, reconoce haberse acercado de nuevo a la música clásica desde una perspectiva diferente, confesando ser un gran apasionado de la música de cámara y de Schumann, Hindemith y Janácek, a los que escucha frecuentemente absorbiendo todo lo que puede. Sobre todo de Brahms, del que afirma que nunca se cansa de escuchar, teniendo siempre sobre el piano la edición Henle de sus piezas para piano1.
Confiesa que en sus giras, en las que tiene más tiempo de leer que de tocar, más que dedicarse a un libro lee partituras de música clásica que anteriormente ha oído, a fin de detectar la estructura subyacente de aquello que previamente le ha interesado tan sólo de una manera estrictamente sensorial. En especial partituras de Brahms, sinfonías, donde según sus palabras you’re sort of in this perfect world of order and righteousness of that Music2.
En lo que concierne al jazz, declara que le ha influido mucho más la música de instrumentistas de viento que la de pianistas, fundamentalmente Miles Davis, John Coltrane y Charlie Parker; de este último todavía hoy en día sigue transcribiendo sus solos de saxofón, adictivamente según confiesa, con el fin de llegar a la raíz de sus fraseos. No obstante, reconoce que en sus inicios escuchaba también música de grandes pianistas de jazz, como Bud Powell, Oscar Peterson y Thelonious Monk.
Brad Mehldau afirma a su vez que se inspira mucho en vocalistas como Billie Holiday, Dinah Washington, Louis Armstrong o Frank Sinatra, estudiando el modo en que éstos frasean la melodía. En ocasiones, incluso el mero intento de hacer que el piano fraseé como la voz humana le conduce en una dirección expresiva inesperada, incluso aunque resulte imposible conseguir ciertos efectos vocales como el vibrato o la nota sostenida durante mucho tiempo.
Afirma que actualmente no escucha mucho jazz, ampliando su campo de interés hacia otros estilos, algo que sin duda refleja la elección de su repertorio, una constante declaración de principios. Declara que uno de sus talentos es asimilar todo lo que ya está escrito e interpretado, en un proceso casi osmótico, y hacerlo parte de aquello que crea:
El tronco está conectado a la tierra por sus raíces, y necesita la lluvia y la luz del sol, así que en sus ramas y sus hojas sólo cuenta una muy pequeña parte de la historia. Todo está influido por todo3.
Su pasión por otras músicas
Life would be more grey without rock’n’roll!4.
Preguntado sobre sus canciones o standards favoritos, Brad Mehldau declara:
I love the real simple ones. Simple songs that have just a really strong melody. I’m really attracted to ballads a lot. Discovering new ballads, discovering old ballads5.
Quizás en estas palabras se encuentre la clave de su auténtica pasión por Ok Computer, del grupo inglés Radiohead, un disco que según declara el pianista estableció un giro esencial en la música contemporánea. No obstante, también reconoce que creció escuchando Rock and roll, con grupos como Led Zeppelin, Grateful Dead, Steely Dan o músicos como Jimi Hendrix, entre otros, y que antes de descubrir el jazz seguía escuchando esta música y construyendo improvisaciones sobre ciertos temas.
En repetidas ocasiones acusa al jazz –y a sus músicos y críticos- de ser excesivamente integrista y elitista, casi endogámico, rechazando aceptar otras influencias cuando en el fondo lo que la música clásica y el jazz han hecho históricamente es tomar prestados elementos pertenecientes a otros géneros y estilos –danzas populares, canciones tradicionales-, transformándolos en ocasiones en nuevas piezas de una indiscutible importancia:
Jazz is always not been afraid to take from anything and then transfiguring it and really raise up to another level. I think that’s what can keep on happening now. That’s what attracts me. You can take a pop song from any period and if it’s a good song and it’s got a strong melody, you can express that melody and you get to improvise and sort of throw it away if you want and turn it inside out6.
De hecho afirma, no sin una cierta provocación, que la música clásica en realidad supuso un revulsivo contra la única música “culta” que por aquel entonces existía, la religiosa; la música profana era de alguna manera “la música pop” del momento. Le parece por ello muy criticable el hecho de que no se reconozca la capacidad que el pop tiene para crear temas atemporales, como si careciera de la profundidad, autonomía y autoridad moral que se otorga a la música clásica.
Pero Brad Mehldau no sólo opina, actúa. Desde hace años, selecciona temas de grupos de rock contemporáneos y no tanto –The Beatles, Nick Drake, Radiohead7, Massive Attack, entre otros- y los eleva a la categoría de standards, resultando especialmente interesantes y provocadoras las versiones que sobre los mismos realiza en directo y en solitario. Este es el caso del concierto ofrecido en Viena en Junio de 2010 -vistiendo, por cierto, una camiseta del Summer Tour 1987 del grupo Grateful Dead-, tocando una versión de Teardrop, de Massive Attack, en la que tras una breve exposición “de reconocimiento” del tema principal, y ayudado por un Soundscape pregrabado de los acordes arpegiados del tema, se sumerge en uno de esos bucles hipnóticos que sólo él puede abordar para, finalmente, finalizar de nuevo con la melodía principal del tema original:
A Brad Mehldau No le gusta la palabra “versión”, a la hora de hablar de su trabajo con temas ajenos, ya que le parece excesivamente reduccionista:
“Cover” is an unfortunate word –I guess it works pragmatically to describe an interpretation of a tune that hasn’t been around long enough to be deemed a “standard”. But “cover” also means just playing the tune –like you’re in a wedding and the bride says, “Can you guys play We’ve Only Just Begun?”. You have to do something more with the tune if you want to transcend just doing a “cover” in that narrow definition of the word, and with us it’s through the interpretation of the melody and harmony, our rhythmic approach, and most importantly, the collective improvisation that ensues8.
Para Brad Mehldau la canción con la que decide trabajar ya tiene su identidad propia, y es la naturaleza de esta identidad la que determina si puede constituir un buen vehículo para interpretarla e improvisar sobre ella. En este proceso se hace diversas preguntas: ¿cuál es la forma de la canción? –en general, afirma, cuanto más sencilla mejor-; ¿con que estructura armónica trabaja?; ¿es la armonía excesivamente extravagante, o dependiente de la versión original?; ¿Resulta posible adaptarla a mi forma de tocar el piano?. Finalmente, reconoce, muchos temas le gustan mucho y son muy bonitos, pero resulta imposible tocarlos al piano.
Intenta escoger, en este sentido, temas con una estructura clara pero abierta. La mayoría de canciones de Bob Dylan o Joni Mitchell, cita como ejemplo, así como muchos standards de jazz de Cole Porter, se construyen en base a una estructura previsible en la que existen pocos grados de libertad creativa. Sin embargo, afirma, en muchos temas contemporáneos de rock existe una especie de libro abierto con el que trabajar, algo que le permite imponer su propia forma a la hora de improvisar.
La pasión por el directo
Se declara un auténtico apasionado del contacto con su público, afirmando que si pudiese grabaría todo sus discos en directo, con muy pocos temas muy extensos. Para el pianista, resulta necesario sentir que conecta con el auditorio, de todas las edades y condiciones, ya que le demuestra que sigue un camino honesto, que no defrauda a aquellos que se han desplazado y han pagado por verle.
Brad Mehldau explica9 como planifica sus conciertos en solitario con un conjunto de temas definido, y como en muchas ocasiones sólo alcanza a tocar la mitad de ellos, debido a lo que acontece en el escenario; por ejemplo, si un tema al final se extiende más de lo debido. La estructura con la que normalmente trabaja sus conciertos es la de una sinfonía con varios movimientos o una sonata, intercalando momentos más intelectuales con algunos más directos, alternando diferentes velocidades e intensidades, en otras palabras, jugando con una gran variedad de texturas y estados de ánimo. Pero, inevitablemente, el vértigo del directo, el acto de tocar en público, puede con esa planificación.
El acto creativo
Afirma que resulta muy importante tener un conocimiento amplio de la historia de la música, de muchos estilos y épocas. Sin embargo, advierte también del peligro de “atrincherarse” tras la historia, de obsesionarse, de no ser libre, declarando que lo fundamental es el modo en que interiorizas las influencias y dejas de pensar en ellas mientras tocas. Eso es lo que realmente desea, sobre todo mientras toca con más músicos: que todo lo que tiene en su interior fluya, sin ser consciente de ello mientras se improvisa.
Considera fundamental dedicar mucho tiempo a estudiar, algo que cuando está de gira no puede hacer tanto como quisiera. Un tiempo de estudio que deja un amplio margen a todo aquello nuevo que pueda aparecer, pero sin buscarlo en exceso. Consciente de que el acto creativo trabaja con unas reglas ocultas indescifrables, afirma que siente un cierto miedo hacia la “sequía” creativa, miedo que resuelve trabajando intensamente y sin pensar demasiado en la eventualidad de quedarse un día “en blanco”.
Durante mucho tiempo, fundamentalmente en su período de formación en la escuela de jazz y su estancia en Nueva York se dedicó a transcribir “solos” de Charlie Parker, John Coltrane, Bud Powell o McCoy Tyner. Hoy en día ya no lo hace, simplemente lee partituras estudiando su estructura y armonía.
Respecto al necesario esfuerzo que comporta cualquier acto creativo, Brad Mehldau piensa que desde muy temprana edad el hombre se enfrenta por igual al placer intenso de ciertas logros, seguido de la ausencia de dicho sentimiento. Lo que al final deja marca, afirma, lo que nunca se olvida, es el dolor que sientes cuando el placer desaparece. Así, el sentimiento de placer depende de la existencia de su opuesto, y hay que saber vivir con ello.
Para Brad Mehldau, las limitaciones de una forma constituyen el camino para conseguir libertad creativa. Para trabajar necesita una estructura clara y un cierto discurso narrativo; es lo que realmente le interesa, tanto para componer en solitario como con los músicos que le acompañan.
Respecto a la inspiración, se muestra tajante afirmando:
I usually just think from music itself, but it’s probably not that simple and self-enclosed. I think it’s the kind of thing where it’s the sum total of all my life experiences at the point in time that I’m playing; that is, the sum total, versus some particular experience that happened recently. Things take a while to gestate –I never have that thing where I’m having a bad day so I play more “bluesy”. I don’t think it works that way, not for me at least10.
Finalmente, interrogado sobre el porcentaje de composiciones en solitario compuestas de antemano frente a las improvisadas y su opinión sobre Chick Corea cuando habla del “mito de la improvisación”, declara:
Well, I’m not sure what he meant exactly. Maybe that improvisation is a myth, in the way that “God” is a myth: something divine, because it suggests being able to create something out of thin air. I never pre-conceive my solos ahead of time. But of course there’s a whole library of melodies, etc… in my head that’s stored away, and on a less inspired night, I’m more aware of that library; it’s like, “Oh yeah, there’s that again”11.
Hoy en día, casi con toda seguridad, se puede afirmar que existen dos músicos diferentes, el pianista solitario y el que dialoga con otros músicos, son dos proyectos totalmente diferentes. De hecho, Brad Mehldau afirma que cada disco que graba en solitario es un punto de inflexión para él, el final de una cosa y el comienzo de algo diferente.
No le atrae en absoluto tocar con músicos que no conoce, y menos grabar discos con ellos. Prefiere la lenta construcción de un grupo estable de instrumentistas con los que trabajar intensamente para conseguir el nivel de confianza y empatía adecuadas para poder caminar juntos pero dejando espacio libre suficiente para el desarrollo de cada una de las personalidades.
Hablando de su período con el contrabajista Larry Grenadier y el batería Jorge Rossy afirma que, como en el caso de la música pop, se intentó crear una banda estable, valorando mucho por una parte los diferentes puntos de vista musicales de cada uno de ellos pero trascendiendo al tiempo el mero hecho de unos músicos individualistas que deciden tocar juntos y que pueden ser reemplazados en cualquier momento, algo muy frecuente en las formaciones de jazz.
Aunque en todas sus formaciones –habitualmente tríos- figura nominalmente como el líder del grupo, no le gusta pensar que esto es así, reconociendo la satisfacción que le produce el hecho de saber como dejar a la gente que le acompaña que sea creativamente libre, algo que le aporta mucho como músico. Afirma a su vez que valora la experiencia de conectar puntualmente con otros músicos con los que habitualmente no trabaja, sin necesidad de ser el líder de la formación. Ello le permite investigar el límite de su humildad, enfrentándose en un estudio de grabación a la necesidad de someter su propio ego, hasta cierto punto, a la música de otros, a las decisiones musicales que otros le imponen. El reto en estos casos, divertido y excitante según sus palabras, es negociar el balance entre su propia identidad y la de la música que entre todos los integrantes se construye.
Su mano izquierda
Se ha escrito mucho sobre el diálogo en igualdad que establecen las dos manos de Brad Mehldau, trascendiendo su izquierda el tradicional mero acompañamiento hasta convertirse en un contrapunto o, directamente, usurpar la supremacía de la derecha en cuanto a la melodía se refiere.
En relación a este particular, e interrogado sobre si suele trabajar más con música grabada que con partituras, responde lo siguiente:
Records and scores. A lot of records. A lot of listening. A lot of going to concerts here in New York. I guess it rubbed off a little. For one thing, it got me focusing more on my left hand. Around that time, I had been playing in a certain style of jazz, where your left hand accompanies the right hand playing melodies when you’re soloing. That’s great, but I had lost some of the facility in my left hand to the point where I was thinking “Wow, I probably had more dexterity in my left hand when I was 12 than I do now. So it was sort of an ego or vanity thing that bugged me a little, and it got me into playing some of this classical literature where the left hand is more proactive12.
El éxito
Preguntado sobre si tiene miedo de perder su popularidad actual, declara que existe en él un proceso constante de auto exigencia, de crecimiento, temiendo más el apalancamiento tras un sistema de seguridades adquiridas que el vértigo de nuevas etapas desconocidas, motivo por el cual cada cierto tiempo cambia su entorno musical radicalmente.
Considera que el indicador más importante que un músico puede tener es el reconocimiento del público, hasta el punto de declarar13 que la belleza es la cualidad que consigue que el que escucha se olvide si mismo.
Nota: El presente texto se construye a partir de las opiniones vertidas por el pianista en diversas entrevistas publicadas entre 2004 y 2013.
1. Mackenzie, Kirsten. “Moderations in Music 2005”. New Zealand School of Music.
2. Brown, Jeffrey. Public Boroadcasting Service (09.03.2010). Disponible en .
Tu estas en cierto modo en el mundo de orden y rigor de esa música.
3. Fischerman, Diego. “El jazz está evolucionando todo el tiempo”. Página 12, entrevista a Brad Mehldau (12.06.2013). Disponible en .
4. Pfeiffer, Bruno. “Interview with Brad Mehldau” (29.04.2010). Disponible en .
La vida sería más gris sin rock and roll.
5. Jung, Fred. “A conversation with Brad Mehldau”. All about Jazz, (27.04.2012)
Me gustan los temas sencillos. Canciones sencillas con una melodía potente. Me siento muy atraído hacia las baladas. Descubrir nuevas baladas, descubrir viejas baladas.
6. Ibid.
El jazz nunca ha temido tomar prestados elementos ajenos para transfigurarlos y elevarlos a otro nivel. Creo que es algo que podría ocurrir ahora. Es esto lo que me atrae. Puedes escoger una canción pop de cualquier periodo y, si es un buen tema y tiene una melodía potente, puedes expresar esta melodía e improvisar sobre ella, incluso prescindiendo de ella o volviéndola del revés.
7. René Rusch analiza de una manera muy interesante la adaptación que Brad Mehldau hace del tema Paranoid Android del grupo Radiohead. Disponible en <http://www.mtosmt.org/issues/mto.13.19.4/mto.13.19.4.rusch.html>.
8. Yung, Fred. “A fireside Chat with Brad Mehldau”. All about jazz. (09.04.2004)
La palabra versión es poco afortunada –pienso que pragmáticamente describe la interpretación de una melodía que no ha vivido el tiempo suficiente para ser considerado un “standard”. Pero “versión” también significa simplemente tocar la melodía –como cuando estás en una boda y la novia dice, “¿Podéis tocar chicos We’ve Only Just Begun?. Tienes que hacer algo más con la melodía si no quieres hacer simplemente una “versión”, en el sentido más estricto de la palabra, y en nuestro caso sucede a través de la interpretación de la melodía y su armonía, mediante nuestra aproximación rítmica y, más importante, nuestra interpretación conjunta.
9. Vella, Joseph. “Interview with Brad Mehldau on the Art of Solo Piano”. (15.02.2011)
10. Mackenzie, Kirsten. “Moderations in Music 2005”.
Normalmente solo pienso en música, pero seguramente no es tan simple y cerrado. Creo que es la suma de todas mis experiencias vitales en el momento de toca; eso es, la suma total, enfrentada a alguna experiencia particular ocurrida recientemente. Las cosas tardan un tiempo en gestarse –esto nunca me ocurre cuando estoy teniendo un mal día y toco más “triste”. Creo que las cosas no funcionan así, por o menos en mi caso.
11. Ibid.
Bueno, no estoy seguro de lo que quiere decir exactamente. Quizás la improvisación es un mito, en el sentido de que “Dios” es un mito: algo divino, por que sugiere ser capaz de crear algo de la nada. Yo nunca concibo mis solos previamente. Pero por supuesto hay toda una librería de melodías etc… almacenadas en mi cabeza, y en una noche menos inspirada soy más consciente de esta librería; es como, “Oh, si, aquí está de nuevo”
12. Panken, Ted. “In conversation with Brad Mehldau”. (05.06.2008) Disponible en
Discos y partituras. Muchos discos. Mucha escucha. Muchos conciertos en aquí en Nueva York. Todo esto ha desaparecido un poco. Pero me permitió algo, concentrarme en mi mano izquierda. A lo largo del tiempo, había estado tocando un cierto estilo de jazz donde la mano izquierda acompaña la derecha mientras ésta se concentra en el solo. Eso esta bien, pero había perdido parte de la facilidad de mi mano izquierda hasta pensar “Vaya, tenía más destreza en mi mano izquierda cuando tenía 12 años que ahora”. Así, fue una especie de ego o vanidad la que me pinchó un poco, y me llevó a tocar algo del repertorio clásico donde la mano izquierda es más activa.
13. Panken, Ted. “Jazz Piano’s future, Now”.(27.04.2012) Disponible en .
Beauty is the quality that makes the listener lose his or her self-possession.
Traducciones del autor.
Fotografía: Michael Wilson, Carmen LLussà, Augusta Quirk
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