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Consuelo de la filosofía

La filosofía instruye a Boecio sobre el papel de Dios [Maestro de Coëtivy, 1460-1470]

 

El filosofo Anicius Manlius Severinus Boethius, conocido en castellano como Boecio, nació en Roma en el año 480, siendo ajusticiado en el año 524 en Pavia por orden de Teodorico I el grande, acusado de haber conspirado para derrocarlo. Estudió filosofía en Atenas contribuyendo, con la traducción del griego al latín de obras de Platón y Aristóteles, a preservar fuentes originales del saber y la cultura antigua. Fue a su vez autor de diversos tratados de lógica, aritmética, astronomía, música y teología.

Diversos autores coinciden en que Boecio pudo escribir Consuelo de la filosofía [De consolatione Philosophiae] en el año 523, durante el encarcelamiento previo a su juicio y ejecución. La obra, estructurada en cinco libros, plantea un diálogo entre si mismo y Filosofía, un personaje alegórico femenino al que Boecio increpa e interroga, intentando obtener respuestas sobre el incomprensible destino humano, la imposibilidad de conseguir una felicidad permanente, la fortuna y los bienes que ésta acarrea y la injusticia humana, por la cual los justos son castigados y los injustos obtienen recompensas terrenales. Al contener reflexiones enmarcadas en la ética cristiana esta obra, de inspiración neoplatónica, fue considerada por los escolásticos como un texto clave de filosofía moral, obteniendo gran repercusión durante la época medieval y el inicio del renacimiento.

La publicación en 2020 de una excelente traducción del libro por parte de la Editorial Acantilado[1] posibilita una nueva aproximación a un texto de absoluta actualidad. Si bien existe un cierto distanciamiento entre la época que vivimos y las condiciones sociales en las que el libro se escribe, las intemporales aseveraciones de Boecio permiten reflexionar sobre gran parte de los dilemas que el ser humano siempre se ha planteado, y actualmente se plantea. Y es precisamente esta condición intemporal, y por momentos abstracta de lo que se afirma, la que permite aplicar las reflexiones vertidas en este simulado diálogo en numerosos campos, entre ellos el de la creación artística.

A continuación se extractan y organizan temáticamente algunos fragmentos del libro, indicando en paréntesis las páginas en las que éstos se encuentran.

 

Pitagoricos celebrando la salida del sol [Fyodor Bronnikov, 1869]

SOBRE LA IGNORANCIA, EL SABER, LA HUMILDAD Y LA ARROGANCIA

El valor de los actos nobles no depende del juicio de la ignorancia, que siempre se engaña a si misma. [20]

No echo tanto de menos tu biblioteca adornada de marfil y cristal como tu mente, donde no deposité libros, sino aquello que les da valor, los pensamientos que contienen. [27]

Sin embargo, a vosotros lo único que os mueve a obrar bien es la opinión popular y el que dirán, y renunciáis a la superioridad de vuestra conciencia y vuestra virtud para mendigar el reconocimiento de vuestros actos a los chismosos. Fíjate como se burló alguien de la frivolidad de este tipo de arrogancia: cubrió de insultos a un personaje que se adornaba con el nombre de filósofo, no por que practicara la verdadera virtud, sino tan solo por darse lustre, y le advirtió que sabrían si era realmente un filósofo si soportaba con serenidad y paciencia los insultos que recibía. El falso filósofo, tras aguantar pacientemente durante un rato los insultos sin pestañear, dijo en tono triunfal: “¡Admite que soy un filósofo!”. Y el otro, mordaz, replicó: 2Con mucho gusto lo habría admitido si hubieras seguido callado”. [63-64]

¿Quién puede encontrar algo si ignora lo que busca? [175]

Quien busca la verdad se encuentra a mitad del camino: no lo sabe todo, pero tampoco es del todo ignorante. [176]

La causa de este error [anteriormente: creer que solo es posible el conocimiento de lo necesario] es que crees que todo lo que sabes depende solamente del carácter y la naturaleza de las cosas que conoces. No obstante, no es así: todo lo conocido es comprendido no de acuerdo con su propia naturaleza, sino de acuerdo con la capacidad de conocer de quien conoce (…) Así que, como ves, las distintas formas de conocimiento dependen de diversas capacidades de conocer, no de las propiedades del objeto. Y es muy adecuado que así sea, por que como todo juicio es el acto de quien juzga, es necesario que cada cual cumpla su tarea a partir de su propia capacidad, no de una capacidad ajena. [180-182]

Cuanto sabemos no se debe a la naturaleza de las cosas, sino a la de nuestro conocimiento. [186]

 

Aristóteles y su discípulo Alejandro Magno [Charles Laplante, 1866]

 

SOBRE LA PREPOTENCIA, EL PODER O LA FAMA

La satisfacción de obrar rectamente disminuye cuando, para obtener el premio de la fama, presumimos de haberlo hecho. [22]

¿Qué diré de las dignidades y el poder que vosotros, ignorando la verdadera dignidad y el auténtico poder, ponéis por las nubes? No causan en manos de un corrupto más estragos que la lava del Etna y los diluvios? Como supongo que sabrás, vuestros ancestros trataron de abolir el poder consular, que había sido el fundamento de la libertad, a causa de la soberbia de los cónsules, quienes a su vez antes habían abolido de la ciudad el título de rey también a causa de la soberbia de éste. No obstante, las pocas veces que se confían los cargos a una persona honrada, lo que apreciamos precisamente es la honradez de quien los ocupa, por que la consideración no depende de los méritos que otorga cierto cargo, sino que éste depende de vuestros méritos. ¿Cuál es ese poder tan ilustre que tanto anheláis? ¿No os dais cuenta, criaturas terrenales, de quienes son las personas sobre las que creéis tener autoridad? De hecho, si vieras a un ratón reivindicar para si el dominio de todos los demás ratones ¿no te echarías a reír?

No es posible considera digno de reverencia en razón de sus cargos hay quien consideramos indigno de esos mismos cargos. [80]

El favor popular ni siquiera es digno de mención por qué no procede del discernimiento y Jamás es constante. [86]

Creo que lo único que tiene de bueno la nobleza es que impone al noble la condición de estar a la altura de la virtud de sus antepasados. [86]

Si pretendes ostentar altos cargos tendrás que suplicar a quién los concede, de modo que para lograr elevarte por encima de los demás habrás tenido que rebajarte y humillarte suplicando. Si deseas tener poder, tendrás que someterte a las insidias y conjuras de tus súbditos. Si aspiras a la fama te debatirás entre complacer a unos y otros hasta que te consuman las preocupaciones. Si decides llevar una vida entregada los placeres te convertirás en el despreciable esclavo del amo más mezquino y caprichoso, el cuerpo. Quienes presumen de sus atributos físicos ¡en que frágiles posesiones basan su dicha!. [88-89]

Bastarse a uno mismo y ser poderoso son uno y la misma cosa. [91]

Diógenes [Jean-Leon Gerome, 1860]

SOBRE LA FORTUNA

Si he entendido bien las causas y las características de tu enfermedad, lo que te está consumiendo es el anhelo de recuperar cosas que un día tuviste y has perdido (…) pero si recordaras su naturaleza y su valor, sabrías que nada precioso te ha dado la fortuna ni nada importante has perdido por su causa. [35]

No basta con ver lo que está ante los ojos, también hay que prever el desenlace de las cosas, pues al hacerlo la propia mutabilidad de la fortuna hace que sus amenazas no sean temibles, ni sus favores apetecibles. En suma, una vez que te sometes al yugo de la fortuna debes soportar con el mismo aplomo todo lo que te depare. Pues si pretendes establecer leyes para controlar las idas y venidas de aquella a quien elegiste espontáneamente como tu dueña, estarás actuando de un modo errado y tu impaciencia tan solo empeorará la suerte que no puedes cambiar. Si confías las velas de tu navío al viento, no irás a donde quieres, sino adonde te lleve su soplo. [17]

De todo esto se deduce claramente que ninguna de esas cosas que cuentas como tuyas te pertenece. Y si ninguna de ellas posee una belleza digna de tu deseo ¿por qué debería dolerte perderlas o complacerte conservarlas? Incluso admitiendo que sean bellas por naturaleza, ¿por qué iban a inquietarte? Te complacen por ellas mismas, incluso aunque no te pertenezcan. No son preciosas por formar parte de tus riquezas, sino que has querido considerarlas tus riquezas por que te parecían preciosas. De hecho, ¿qué es lo que buscáis los hombres cuando con tanto afán perseguís la fortuna? ¿evitar la indigencia mediante la acumulación? No obstante, obtenéis el resultado contrario, por que efectivamente hacen falta ciertos recursos para mantener, por ejemplo, un mobiliario precioso y variado, y lo cierto es que son muchas las necesidades de quien posee innumerables bienes, mientras que son mínimas las de quien se atiene a su naturaleza y no a sus excesivas ambiciones.[53]

Paradójicamente, creo que a los hombres les beneficia más la fortuna adversa que la favorable, porque cuando se presenta bajo la engañosa apariencia de felicidad siempre miente, mientras que cuando se muestra cambiante e inestable siempre es sincera. La fortuna auspiciosa llama a engaño, mientras que adversa, instruye; la primera ata el alma de quienes disfrutan de ella a la mendaz apariencia de ciertos bienes, mientras que la segunda la libera al descubrirle la fragilidad de las dichas. [65-66]

Muerte de Sócrates [Jacques Louis David, 1787]

SOBRE LA FELICIDAD

De modo que a nadie le satisface del todo su fortuna, por que en toda situación hay algo que se ignora si no se la ha vivido y que parece aborrecible una vez se la conoce. A ello se añade que los más dichosos tienen la piel muy fina, de modo que los abate la menor contrariedad que les impide disponer de lo que desean en cuanto se les antoja, pues están acostumbrados a que así sea: ¡son los pequeños incidentes los que arrebatan a los más afortunados su extraordinaria felicidad! [47]

No es posible obtener la felicidad de ninguna de las cosas que se consideran como la causa aislada del estado que se persigue. [94]

La verdadera y perfecta felicidad es, si no me equivoco, la que nos hace autosuficientes, poderosos, respetables y célebres. [95]

 

El banquete de Platón [Anselm Feuerbach, 1869]

SOBRE LA UNIDAD Y LA COHERENCIA

Ves una figura humana cuando todas las partes del cuerpo conforman una unidad, pero si se separan sus miembros y se destruye la unidad del cuerpo, deja de ser lo que era. Puedes pensar en cualquier objeto y verás con claridad que todo subsiste mientras permanece unido, más perece cuando pierde su unidad. [107-108]

Lo que conviene a cada cosa es precisamente lo que le permite preservarse, del mismo modo que lo que no le conviene es lo que la destruye. [110]

 

Filosofo en meditación [Rembrandt, 1632]

 

SOBRE EL DESTINO Y LA PROVIDENCIA

La providencia es la razón divina en si misma, establecida en el principio supremo del universo, que lo ordena todo. Por su parte, el destino es la disposición inherente a las cosas mudables mediante la cual la providencia ata cada cosa y le asigna el lugar que le corresponde. La providencia, pues, comprende todas las cosas al mismo tiempo, por diversas e infinitas que sean, mientras que el destino las divide distribuyéndolas según el movimiento, el lugar, las formas y los tiempos. [148]

Puede definirse el azar como el advenimiento inesperado que resulta de la confluencia de distintas causas. [167]

No es que sea necesario lo que está previsto que suceda, sino que es necesario que lo que tiene que suceder esté previsto. [171]

 

 

Muerte de Séneca [Manuel Dominguez Sanchez, 1871]

 

VARIOS

Cuando vio a las Musas de la poesía en torno a mi lecho dictando palabras para mis lamentaciones, por un momento pareció irritada y, lanzándome una mirada fulminante, preguntó: ¿Quién ha permitido que se acerquen a un enfermo estas cortesanas del teatro, cuyos dolores no solo remedian, sino que agudizan con sus dulces venenos? Ellas son las que clavan las estériles espinas de las emociones para matar la fructífera cosecha de la razón. [9]

Todas las cosas regresan a su origen y cada una celebra su retorno; ningún orden puede persistir que no tenga origen y final, y cierre un círculo sin fin. [75]

El inocente padece el castigo que merece el criminal, mientras que las costumbres perversas son entronizadas y los malvados sojuzgan a los inocentes. [26]

Sólo podemos afirmar que algo es imperfecto en la medida en que carece de perfección. De ahí se sigue que, si percibimos algo imperfecto en cualquier clase de cosa, también deberá existir la perfección, porque en ausencia de la idea de perfección sería imposible cómo puede existir lo que consideramos imperfecto. [98]

 

Escuela de Atenas [Rafael Sanzio, 1510-1512]

 

 

1.- Boecio. Consuelo de la filosofía. Barcelona: Acantilado, Quaderns Crema S. A., 2020. [Traducción: Eduardo Gil Bera]


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